martes, 29 de junio de 2010

La pasión, considerada como una carrera de bicicletas cuesta arriba



Por Alfred Jarry
Imagen S.L.




Barrabás estaba inscrito, pero no fue de la partida.

El starter Pilatos, sacando su cronómetro a agua –o clepsidra–, lo que le humedeció las manos (a no ser que simplemente hubiera escupido en ellas) dio la señal de partida.

Jesús arrancó a toda velocidad.

En aquel tiempo, según el buen cronista deportivo San Mateo, estaba muy difundida la costumbre de flagelar a los sprinters antes de la largada, así como hacen los cocheros actuales con sus hipomotores. El látigo es a la vez un estimulante y un masaje higiénico. Bajo su efecto, Jesús partió muy en forma, pero en seguida pinchó un neumático. Las espinas que se hallaban sembradas en la ruta acribillaron todo el contorno de su rueda delantera.

En la actualidad puede verse la reproducción exacta de esta verdadera corona de espinas en los escaparates de los fabricantes de bicicletas, expuesta como propaganda para los neumáticos que no revientan. Los de Jesús, single-tube de pista ordinarios, no eran de esta clase.


Los dos ladrones, lobos de una misma camada, tomaron la delantera.

Es falso que hubiera habido clavos. Los tres que figuran en los grabados son en realidad el quitaneumático llamado “un minuto”.


Pero es conveniente que relatemos previamente las caídas. Y primero describamos en pocas palabras la máquina.

El cuadro es de invención relativamente reciente. Las primeras bicicletas con cuadro aparecieron en 1890. Anteriormente, el cuerpo de la máquina se componía de dos tubos soldados perpendicularmente uno con otro. Luego del accidente del neumático, Jesús subió la cuesta a pie, llevando a la espalda su cuadro o si se prefiere, su cruz.


Hay grabados de la época, basados en fotografías, que reproducen esta escena. Pero parece que el ciclismo, como consecuencia del bien conocido accidente que coronó tan desagradablemente la carrera de la Pasión y que ha puesto de actualidad el accidente similar del conde Zborowski en la carrera de Turbie, fue prohibido durante un tiempo por decreto de la prefectura. Esto explica que los periódicos ilustrados que reprodujeron la escena célebre, representaron bicicletas más bien fantásticas. Confundieron la cruz del cuerpo de la máquina con el manubrio recto, que es otra cruz. Representaron a Jesús con los brazos extendidos sobre el manubrio; y anotemos a propósito de esto, que Jesús pedaleaba acostado sobre su espalda, posición que tenía por objeto disminuir la resistencia del aire.

Señalemos también que el cuadro o la cruz de la máquina, como algunas llantas actuales, era de madera.Algunos han insistido equivocadamente en que la máquina era una draisina, instrumento inconcebible en una carrera cuesta arriba, en la subida. Según los viejos hagiógrafos ciclófilos santa Brígida, Gregorio de Tours e Ireneo, la cruz estaba munida de un dispositivo que ellos llaman suppdaneum. No es necesario ser un gran letrado para traducir: pedal.


Justo Lipsio, Justino, Bosius y Erycius Puteanus describen otros accesorios que todavía se encuentran, nos informa en 1634 Cornelius Curtius, en ciertas cruces japonesas: una saliente de la cruz, de madera o de cuero, sobre la cual el ciclista se pone a caballo; se trata evidentemente de la silla.

Estas descripciones, por otra parte, no son menos fieles que la definición que dan actualmente los chinos de las bicicletas: “Borriquillo al que se conduce por las orejas y se hace avanzar dándole patadas”.


Abreviaremos el relato de la carrera en sí, que se halla contada con todo detalle en obras especiales y expuesta por la escultura y la pintura en monumentos ad hoc.

En la bastante difícil carrera del Gólgota hay catorce curvas. En la tercera de ellas Jesús cayó por primera vez. Su madre, en la tribuna, se alarmó.


El buen entrenador Simón Cirineo que, de no ocurrir el accidente de las espinas, hubiera estado encargado de correr delante de él para cortarle el viento, cayó entonces de la máquina.

Aunque no llevaba su máquina, Jesús transpiraba. No es cierto que una espectadora le enjugara el rostro, pero sí es exacto que la periodista Verónica le tomó una instantánea con su Kodak.


La segunda rodada ocurrió en el séptimo codo, a causa de la gratitud del pavimento. Por fin, Jesús resbaló una tercera vez, sobre un rial, en el onceno codo.

Las mujeres galantes de Israel agitaron sus pañuelos en el octavo.

El deplorable accidente conocido ocurre en la duodécima curva. En ese momento, Jesús estaba dead heat como los dos ladrones. Se sabe también que continuó la carrera como aviador… Pero esto escapa a nuestro tema.