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martes, 30 de marzo de 2010

Manifiesto UM-r




Presentación.


Este es el último texto aducido a los Reevolucionarios[1], de quienes no se volvió a tener noticia desde la penosa publicación del Manifiesto Revolucionario aparecido en Notas al margen No. 2, serie de tres volúmenes del Proyecto Curricular de Humanidades y Lengua Castellana de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas (Bogotá, Colombia). El texto en sí no merecería mención o publicación alguna, de no ser porque representa la renuncia de uno de sus cofundadores, quien desea no verse ligado de ninguna manera a las propuestas expuestas allí, no por comprometedoras sino por falta de compromiso propio y ajeno en lo expuesto en ese primer manifiesto publicado (que en realidad es el segundo escrito por el binomio fundacional), y que hace parte del grupo Udistritopía, un ente completamente diferente. Sentada la anterior aclaración, esperamos no cause mayores desconciertos la publicación del Último Manifiesto Reevolucionario.







Manifiesto UM-r
(O último manifiesto, ésta vez sí, reevolucionario).


Por R. L.
Imagen Sharird Leno


Manifiesto que no estoy muerto, no lo he estado y, eso no se duda, lo estaré algún día… Sin embargo, aún mi pecho pulsa incesante, mi cerebro todavía funciona (angustioso que suceda!), mis ojos siguen observando al horizonte.

Por eso (porque aún estoy vivo), me desconcierto al observarme al espejo y que me tilden de revolucionario –Manifiesto Revolucionario. En: Notas al margen…-. Por lo general, al pensarlo, me suelto una carcajada y me lavo los dientes… Nada más falso y descarado! YO, REEVOLUCIONARIO (valga recalcarlo y en negrillas ponerlo –con doble e, no olvidar), prometí a mis locuras incinerar todos aquellos libros y escritos –entre ellos manifiestos, “capitales” y revoluciones–, con el único fin de derruir todo aquello que me causara repugnancia. Quizá, y es lo más seguro, coincidan algunos con mi furia iconoclasta. No por ello los acojo ni recibo, puesto que la Reevolución se halla muerta desde su nacimiento, ni les permito que utilicen el remoquete de revolucionario para endilgarme fracasos ajenos.

Cuando digo que la Reevolución se encuentra muerta desde el momento mismo de su nacimiento, no miento. Su padre (yo apenas llegué a ser un descuidado padrino) sufre (más bien sufría) la absurda pretensión de que todos los que leyeran a su hija se vinculasen a sus huestes como simples autómatas… Compadre, usted subestimó a sus lectores!

Sorprendióme mucho el observar el nacimiento de mi ahijada en medio de semejante “desierto” formado por las mentes juveniles de nuestros condiscípulos y parecióme, al contrario, muy normal el hecho de que falleciera a las pocas clases de nacida. Debido a ello, y por mera curiosidad frente a lo que esto podría acarrear, le sugerí al compadre la utilización de diversas artes negras con el fin de traerla de nuevo entre los vivos… Tamaño error el nuestro, compadre!!!... Su pronta conjuración sublimó sus ansias de venganza y, muy pronto, se abalanzó sobre el engranaje oxidado de nuestra sociedad. Incluso, en este momento, arremete en contra mía, escudriñando mi vientre en busca de respuestas que no puedo proporcionarle.

No obstante, la experiencia de la muerte parece haber hecho mella en su conducta y en sus ideales… Ya no vive de ilusiones y se entrega gustosa a la pura destrucción! Una destrucción que va más allá de nuestros simples alcances físicos… Una destrucción que no logramos dilucidar completamente, destruyendo las abstracciones por las que luchamos y entregándonos, a cambio, su cadáver descompuesto en un festín digno de ideófagos. Ya no vive de los sueños fétidos de un par de seudoadolescentes (cuyo sueño verdadero, quizá, fue convertirse en dictadores), ni de las migajas filosóficas que estos pudiesen ofrecerle… Las ha asimilado y convertido en propias, como un patrimonio con el cual empezar a generar la semilla de una nueva y, ojalá, diferente generación.

Y hasta aquí llego en mi padrinazgo, desenfadado, tranquilo conmigo mismo, con un poco más de amargura que antes, pero con el conocimiento tormentoso de los pasos dados en la oscuridad que, por entonces, tratamos de dar.





[1] Movimiento insignificante de dos personas que escribieron, según parece, tres manifiestos hacia finales del año 2004, de los cuales apenas uno fue publicado en medio físico. Al parecer, se disolvió debido a que nadie más quiso formar parte del mismo y sus fundadores decidieron partir por rumbos diferentes para jamás volverse a encontrar en los caminos de los movimientos sociales —si se le puede llamar de esta manera—. Se puede decir, como en el mismo manifiesto se confiesa, que murió acto seguido a su nacimiento, por lo que no se le considera una propuesta innovadora.


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